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miércoles, 20 de diciembre de 2017

El Desafío de la Evaluación en el Bachillerato a Distancia

Álvarez, Félix1. Steele, Sherly2

1Docente de Física en el Instituto Educacional Juan XXIII 2 Docente de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales – Universidad de Carabobo

La evaluación es la principal herramienta que se tiene para otorgar o no un certificado de aprobación de un curso, entendiendo por evaluar como la “elaboración de un juicio sobre el valor o mérito de algo” (Salinas Fernández, Bernardino; Cotillas Alandí, Carolina , 2007). Entre los ítems que se pueden evaluar, es posible resaltar dos: los conocimientos y las habilidades y aptitudes físicas o mentales. Por lo tanto, para todos los sistemas educativos, a distancia o presenciales, el objeto a ser juzgado es el aprendizaje del estudiante.

Estos conceptos parecen naturales en la educación tradicional, presencial, pero cuando se trata del bachillerato a distancia, surgen algunas lagunas donde las cuestiones acerca de la evaluación ya no parecen naturales sino deducidas y hasta forzadas. Es relevante tener en cuenta que una de las principales estrategias de evaluación presencial en el bachillerato es la observación continua y concienzuda de la evolución de los aprendizajes del estudiante, puestos a prueba en dinámicas diversas en cada encuentro. La observación continua en un sistema a distancia es imposible, por lo que la planificación que desarrolla el docente/facilitador encargado de la asignatura debe ofrecer estrategias alternativas que permitan hacer seguimiento a la evolución de los aprendizajes.

En este sentido, el docente que pretende certificar una asignatura del bachillerato a distancia debe planificar de forma especial el proceso de evaluación, y así, conservar el componente regulador que se le concede al estudiante durante su proceso educativo (Jaume Jorba, 1994). Sin evaluaciones formativas o intermedias que le brinden al estudiante una perspectiva de la evolución y resultado de sus técnicas de aprendizaje y de las estrategias de enseñanza aplicadas por el docente/facilitador, el estudiante puede conseguir un bache ineludible que le impida consolidar el logro y alcanzar la certificación. Porlán Ariza lo describe muy bien: “Cualquier modelo didáctico que pretenda explicar y dirigir la práctica educativa ha de considerar, como un elemento esencial de su estructura, el conjunto de competencias profesionales que debe desarrollar el profesor” (Ariza, 1987).

En el caso del bachillerato a distancia, el profesor debe establecerse en un paradigma diferente al que está sujeto el docente de aula. Por ejemplo, la creatividad del docente es fundamental para propiciar las evidencias que permitan hacer una evaluación acertada y que cuide la probidad académica. Por tanto, una exposición, prueba objetiva, informe o ensayo, no serán la base de la evaluación, sino parte de ella, sin protagonismo de éstas y con diversidad de otras formas e instrumentos de evaluación creativos que aporten evidencias del aprendizaje alcanzado. Éste es uno de los puntos significativos que debe enfrentar el profesor que imparte un curso a distancia y de suma importancia en la implementación de una validación de bachillerato a distancia.

De la misma forma, en 2006, una autora especialista afirma que: “la evaluación continua del aprendizaje es esencial y por ende resulta conveniente que se base en diferentes instrumentos que permitan apreciar el avance de cada alumno en los distintos niveles y tópicos por los que transita al adquirir el conocimiento.” (Quesada Castillo, 2017). Aunque las referencias al tema de la evaluación en el bachillerato a distancia son escasas, la mayoría coincide en que éste es el principal desafío para los docentes que lideran estas propuestas. A pesar de esto, son múltiples las características del aprendizaje a distancia que pueden potenciar el logro del estudiante y simplificar el trabajo diario del profesor, que en ocasiones llega a ser rutinario, con el apoyo de las herramientas tecnológicas que se disponen hoy en día.

Para afianzar lo último, García Aretio describe ocho características de la educación a distancia (Garcia Aretio, 2001), sobre la cual podemos establecer paralelismos con la realización de un bachillerato a distancia:

Separación profesor-alumno. Una condición natural de la educación a distancia pero, potenciadora en el desarrollo de muchas otras aptitudes en el docente y el estudiante.

Utilización de medios técnicos. Necesarios para hacer posible la interconexión entre profesor y alumno.

Organización de apoyo-tutoría. Aunque en este tipo de sistemas el aprendizaje en solitario es una forma por excelencia, se dan los casos donde las instituciones propician encuentros virtuales o presenciales entre estudiantes y/o con el profesor.

Aprendizaje independiente y flexible. En este punto es donde más se aprecian las libertades que este sistema permite en los procesos de aprendizaje por parte del estudiante, independientemente de las estrategias de enseñanza que aplique el docente.

Comunicación bidireccional. Este tipo de sistemas propicia naturalmente la interacción estudiante-docente, destruyendo barreras emocionales que se llegan a presentar en las aulas.

Enfoque tecnológico. Toda acción educativa eficaz acaba convirtiéndose en una técnica apoyada en una ciencia y la tecnología.

Comunicación masiva. Canales como la internet y las redes sociales han ampliado las fronteras y el alcance del proceso educativo de unas docenas a centenares (incluso miles) de participantes por vez.

Procedimientos industriales. La producción y distribución de recursos para el aprendizaje a muchos estudiantes dispersos geográficamente y su administración y coordinación de actividades con sus tutores implican la aplicación de procedimientos industriales en cuanto a la racionalización del proceso, la división del trabajo y la producción en masa.

Este artículo no pretende dar respuestas ideales ni ser una guía infalible para los procesos de evaluación en el bachillerato a distancia, más bien, pretende ser enlace y fuente de preguntas y pistas para lo que parece inevitable: la masificación y evolución de la educación formal más allá de las aulas. Como consecuencia de la era de la información y la comunicación, la educación dejó de tratarse de alimentar con conocimientos inalcanzables a estudiantes habidos o no por ellos, sino en el desarrollo de un nuevo ser humano, capaz de gerenciar su propio aprendizaje y establecer metas con diversas y creativas ambiciones que le van dando forma a la nueva sociedad, pujante y cambiante.


Referencias

Ariza, R. P. (1987). El maestro como investigador en el aula. Investigar para conocer, conocer para enseñar. Investigación en la escuela, 63-69.

García Aretio, L. (2001). La Educación a Distancia: De la Teoría a la Práctica. Barcelona: Editorial Ariel S.A.

Jaume Jorba, N. S. (1994). Enseñar, Aprender y Evaluar: Un proceso de Regulación Continua. Propuestas didácticas para las áreas de ciencias de la naturaleza y matemáticas. Barcelona: Ministerio de Educación y Cultura.

Quesada Castillo, R. (19 de Diciembre de 2017). Revista de Educación a Distancia. Obtenido de Evaluación del aprendizaje en la educación a distancia: http://www.um.es/ead/red/M6/

Salinas Fernández, Bernardino; Cotillas Alandí, Carolina . (2007). La evaluación de los estudiantes en la Educación Superior, Apuntes de Buenas Prácticas . Valencia: Servei de Formació Permanent. Universitat de València.